Cosas de Telefónica


Naturalmente la causa de nuestra desaparición del mundo de las comunicaciones fue otra. Concretamente un viaje de placer a Punta Cana, pero voy a escribir mi relato por si cuela y me sirve de excusa para con nuestros clientes y amigos.

Las fotos, por supuesto, están trucadas con un Photoshop.

Por supuesto que todo es ficción y producto de mi imaginación, cosa que no es preciso que aclare ya que nadie se creería una historia como la que sigue.

Debido a la inminencia (que no eminencia) de las elecciones (erecciones para algunos políticos) están asfaltando unas calles cerca de donde resido.

Eso ha hecho que tengan que pasar algunos camiones gordos por mi calle, cosa extraordinaria ya que la zona donde vivimos es absolutamente residencial

El pasado lunes 21.05.2007 a las 8:52 de la mañana, un camión cargado de bobinas de tubos de esos que ponen debajo de las calles antes de asfaltarla pasó por delante de casa.

Lo hizo llevándose por delante los cables que Telefónica tiene instalados cumpliendo todas las reglas estéticas y de impacto ambiental, poniendo un poste del que sale un cable para cada casa tal como se puede apreciar en la foto que sigue.

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“Hub» repartidor de alta tecnología sin descuidar la estética

Tras pasar el camión, que para mí iba algo sobrecargado, al menos en altura, los cables fueron a parar al suelo presentando el aspecto de las dos fotografías, la primera es del pie del poste y la segunda delante de casa.

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Pie del poste

Por suerte, a las ocho Angie había salido de casa y había desviado las llamadas al móvil lo que impidió que quedásemos totalmente aislados, aunque teniendo el móvil todo el día sobre el tejado o la cisterna del váter, como veremos a continuación.

Unos minutos más tarde, lo que tardamos en pillar la cobertura, (en casa y gracias a las protestas de los vecinos para evitar la instalación de repetidores solo tenemos cobertura de móviles sacando medio cuerpo por la ventana del dormitorio o subidos en la taza del váter del aseo del piso superior) llamamos al 1002 que viene a ser lo de averías de Telefónica.

Tras diez o doce intentos, en los que tras un minuto de música se cortaba la comunicación, procedimos a llamar al 1004. Allí y tras responder con la frase “reportar una avería” a la pregunta del robot, nos pasaron con el 1002, eso sí, tras darnos un educado tirón de orejas por no haber llamado directamente al 1002 que es el número de averías.

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Entrada a casa

Sin bajarnos de la taza del váter -lo del medio cuerpo por la ventana del dormitorio es bastante peligroso y solo lo dejamos para casos de verdadera urgencia- para no perder la cobertura mantuvimos el siguiente diálogo:

-¡Buenos días! mi nombre es fulanito, ¿en qué puedo servirle?

-Mire, que ha pasado un camión delante de casa que se ha llevado por delante los cables de teléfonos.

-¡Ah! vale, tomo nota… dígame, ¿cual es la avería? ¿Tienen ustedes linea?

– No, mire, le he dicho que un camión ha arrasado los cables de teléfono y, por supuesto, no tengo linea; probablemente mi linea esté ahora en la caja del camión…

-¿Como? No le entiendo…

(Abandono la ironía, sé de buena tinta que los teleoperadores no tienen sueldos compatibles con el sentido del humor)

-No, no tengo linea y por favor póngalo como urgente que los cables están tirados por el asfalto y pueden causar un accidente

-De acuerdo, déme su teléfono móvil para que un técnico se ponga en contacto con usted. Aquí tiene su número de incidencia: xxxxxxxx. Se lo pongo como urgente por tratarse de un cliente empresarial y por lo de los cables en la calle.

Nadie se puso en contacto con nosotros así que al mediodía, Angie recoge el móvil del tejado, donde lo habíamos dejado para asegurarnos la cobertura por si llamaban ya que como he dicho el fijo estaba desviado y se sube de nuevo a la taza del váter.

Vuelta a marcar el 1002 y vuelta a colgarse tras un rato de música, nueva llamada al 1004, nueva educada bronca recordando que a donde hay que llamar en caso de averías es al 1002 y repetición, con ligeras variantes del dialogo de la mañana:

-¡Buenos días! mi nombre es fulanito, ¿en qué puedo servirle?

-Mire que llamo para hacer una reclamación, el numero de incidencia es xxxxxxxx

-¡Ah! ya veo, están ustedes sin linea ¿y dice que no le ha llamado el técnico? Pues ya está avisado

-No, no ha llamado y le recuerdo, que ha pasado un camión delante de casa que se ha llevado por delante los cables de teléfonos y que esos cables están sueltos y pueden provocar un accidente. Además, como usted debe de saber, las lineas de teléfono llevan voltajes importantes que pueden causar daños a las personas y esto es una zona residencia y habrá niños jugando al salir de clases esta tarde.

-¡Uy! Todo es no me constaba aquí, tomo nota y lo pongo como urgente, le doy un nuevo numero de incidencia: yyyyyyyyy

Espera que te espera y de nuevo, a última hora de la tarde, Angie llama al 1002 y, como siempre acaba llamando al 1004 con la consabida advertencia de que hay que llamar al otro número (claro, el que no atiende nadie)

Esta vez es más divertido:

-¡Buenos días! mi nombre es fulanito, ¿en qué puedo servirle?

-Mire que llamo para hacer una reclamación, los números de incidencia son xxxxxxxx e yyyyyyyyy

-¡Ah! ya veo. Mire, le informo, en estos momentos está en fase de reparación y enseguida tendrán ustedes linea.

-Un momento que miro. No se retire por favor

Angie deja con cuidado el móvil sobre la tapa de la cisterna para no perder la comunicación, se baja de la tapa de váter y se asoma a la ventana… Nadie reparando nada.

Regresa ala zona de cobertura y reemprende la comunicación con el operador de Telefónica

-¿Lo están reparando dice usted?, Oiga yo no ve a nadie de Telefónica por la calle ni en mi casa.

-No, señora, eso era antes, ahora todos los problemas los solucionamos desde la central.

Angie se dirige a mi en voz alta ya que estoy en mi estudio de la planta baja (y también de paso para que le escuche el de Telefónica) y me dice:

¡Albert!, ¿Puedes salir un momento a la calle a ver si los cables esos que hay tirados en el suelo están reptando por el poste arriba? Es que me dicen en Telefónica que los empalman en remoto.

Me asomo y nada, los cables tirados por el suelo, como todo el día.

De todas maneras lo que me dice Angie no me suena ya que suelo ser una persona muy informada en el tema de las tecnologías y no tengo noticias de que Telefónica haya contratado fakires digitales encantadores de serpientes para hacer teletrepar a los cables por los postes.

De nuevo Angie al técnico:

-Mire anote una nueva reclamación y le insisto en que la avería no es de centralita es de cableado aquí, en nuestra calle.

-Oiga, y usted ¿cómo sabe que es de cableado? eso lo tendrá que decidir el técnico.

-Mire lo sé por que veo los cables en el suelo que los ha tirado un camión, oiga, y esos cables iban desde un poste a las fachadas de mi casa y las de mis vecinos.

-¡Ah!, que un camión ha roto los cables?. ¡Señora, podría usted haber comenzado por ahí y no habríamos perdido tanto tiempo!

Por suerte, en ese momento se cortó la comunicación. Gracias a que tenemos una cobertura de móvil crítica, el teleoperador se salvó de recibir la bronca patrón que se conserva en el Museo de Pesas y Medidas de París.

Al día siguiente -ayer-, a media mañana, recibimos por el móvil una llamada de un técnico de Telefónica:

-Buenos días, mire que le llamo de Telefónica para comprobar si ye se ha solucionado su avería y veo que sí.

-No. Escuche, no está solucionado usted está hablando conmigo porque tenemos el teléfono fijo desviado al móvil

-¡Ah! Entiendo… ¿entonces están ustedes si línea aún? Pues ahora mismo voy a su domicilio ya que lo estoy mirando ahora y desde la centralita me sale que el problema está en su casa.

-Mire si va a venir, traiga una escalera larga un un buen rollo de cable ya hay bastante roto por la calle

-¿Perdón, me puede repetir? No le he comprendido…

-Si, mire, que este aviso de avería es debida a que ayer un camión se cargó el tendido de cables de Telefónica y como consecuencia, nosotros estamos sin línea y la calle esta llena de cables que los vecinos nos hemos ocupado de recoger y enrollar.

-¡Vaya! ¿Y como no ha avisado usted antes de lo del camión? Es que para ese tipo averías ha de ir otro compañero mío que se encarga de los cables de tendido.

-……

-¡Álo! ¿esta usted ahí?

(Si que estaba, pero contando hasta veinte parra tranquilizarme y no perder el equilibro que mis 140 kilos sobre la taza del váter es una cosa que hay que tratarla con seriedad absoluta)

-Bien vale, pues que avise usted a su compañero y que venga y que haga lo que quiera con los cables que hay en el suelo, como si se los quiere preparar a la carbonara pero, por favor, que sea lo antes posible que estoy sin línea.

Al cabo de media hora apareció un señor con una furgoneta y una escalera enorme y se puso a trabajar. Transcurrido diez minutos, llamó a casa para reconectar la toma y comprobar si había línea con el nuevo cable y mientras lo hacia me comentaba:

-Pues no era usted solo, hay más cables rotos pero como nada más hay el aviso de avería de usted, no voy a arreglar los de sus vecinos, ya llamarán ellos a averías.

Efectivamente hay algunos vecinos que nada más vienen los fines de semana. El viernes tendrán que tirar de móviles y a ver donde se tendrán que encaramar en sus casa para buscar la cobertura… Que no todo el mundo en mi barrio tiene la suerte de tener una zona de cobertura tan cómoda como la nuestra al lado de la cisterna del váter

Lo que decía, No os creáis ni una palabra. Pura ficción, hoy me he despertado novelista.